Y la mejor manera de vivir es en compañía de la muerte,
en la misma mesa, celebrando la vida.

Con una gran cena en honor a la creación,
a la belleza,
al humor,
a los ritos del comienzo y del final,
a los ciclos,
al cambio perpetuo

Frida nos recuerda que la muerte no existe;
al menos en el arte.

Ella se aparece en muchos lugares,
a través de distintas personas.

Personas como Jean-Paul Gaultier,
“L’enfant Terrible de la Mode”
El famoso diseñador francés que
dialoga con México
y sus “surrealidades”,
que navega entre la Vírgen Morena
y la Lucha Libre,
con una tripulación de geniales artesanos,
y Frida en el corazón, su gran amor.

Es el creador que, generosamente,
hizo posible la materialización de esta fantástica fiesta,
para que podamos imaginar cómo celebran
nuestros entrañables artistas en el más allá.

Son 13 a la mesa, como a La Última Cena;
difuntos que, aunque se fueron en pandemias anteriores,
tampoco murieron realmente
y se presentan a la “Mesa Restaurada”.

Tiziano, Moliere, Sor Juana y Felguérez
son algunos de los distinguidos invitados.

La muerte, que los persigna,
y Judas, otro querido amigo, los acompañan.

Disfrutan un exquisito banquete de alfeñiques,
adornado por el maravilloso arte popular de Guanajuato

Rodeados por un manto de “dormidera”,
que alguna vez sirvió como causa y remedio para los dolores humanos,
ahora estimula una atmósfera de ensoñación
que tiende un puente al otro lado,
a otra vida…

Así no nos tendremos que conformar con un exquisito fiambre sobre la tumba;
podemos visitar a Frida Kahlo y sentarnos un momento
a convivir en La Mesa Restaurada.

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¿Se pueden inventar verbos?

Quiero decirte uno:

Yo te cielo, así mis alas

Se extienden enormes para

Amarte sin medida.

Frida Kahlo

Angel Díaz Saabag
Ciudad de México, 2020